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Al amanecer nos abrimos a la gracia y a la vida que Dios nos regala.
María, mujer abierta al Espíritu cantó las maravillas que Dios había hecho en su vida: “Proclama mi alma la grandeza del Señor”.
En esta mañana, de la mano de María, queremos cantar las maravillas que Dios ha realizado en la vida de nuestra hermana Sor Ana María, a lo largo de estos 50 años como mercedaria de la caridad.
Y Dios, al igual que a María la eligió para ser merced. Ella se puso en camino y fue enviada dejando a su paso torrentes de arte y de gratuidad.
Hoy con mirada agradecida, alabamos y bendecimos a nuestro Salvador, porque su misericordia se ha derramado con gracia y bendición en la historia de su vida.
