Ayer, día 6, dedicamos la jornada a celebrar nuestra vocación como consagradas, teniendo presentes a todas nuestras hermanas, especialmente a las enfermas y ancianas, que viven intensamente el dolor, asociadas al Amor Redentor de Cristo.
Nos dirigimos al Monasterio del Subiaco, donde estàn las raíces del monaquismo, donde celebramos la eucaristia en clima de unción, haciendo presente a todas las hermanas de la Congregación.
La belleza de la naturaleza otoñal nos acompañó a lo largo del día y la alabanza fue la expresión de nuestro agradecimiento al Señor por el don de nuestra vocación.
"El Señor ha hecho obras grandes en mí."
A la tarde, ya de camino a Roma, entramos en Tivoli, donde disfrutamos de la fuentes de Vila D'Este. Retornamos a casa llenas de gozo.