Así iniciamos todos los años... Nuestra hermana Carmen Fernandez, comparte su experiencia en la pastoral penitenciaria de Jaén.
CONVIVENCIA PASTORAL PENITENCIARIA - INTERNOS Y EXINTERNOS DEL C.PENITENCIARIO. JAEN.
- Relato de una experiencia personal en la convivencia -
Jaén: Convivencia Pastoral Penitenciaria | |
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Sinceramente no sé cómo empezar. Es un cúmulo de sentimientos y recuerdos lo que significó para mí este domingo día 20.
Empezare diciendo que llevó en libertad condicional 11 meses, que aún me estoy adaptando a vivir en libertad, como es normal he vivido malos y buenos momentos dentro del centro penitenciario al igual que los estoy viviendo en libertad, desde que salí hasta este día, sólo he tenido contacto con Sor Carmen, con el resto los he podido ver esporádicamente.
Desde que salí y tal y como he dicho anteriormente me está costando mucho adaptarme a mi nueva vida en libertad, será por el largo período que he permanecido recluido o por el gran cambio que ha dado esta sociedad actual, durante este tiempo he dejado a Dios de lado, he olvidado que Él estuvo a mi lado en todo momento me daba fuerzas para seguir el día a día del centro, a trasmitirle mi amor a mis seres queridos… Y habló en pasado, no porque ahora no lo haga, sino porque hasta este domingo no me di cuenta que Dios nunca me ha abandonado. En un principio no iba asistir a esta convivencia por motivos laborales, pero Dios con su poder divino hizo lo que tuvo que hacer para que yo estuviese presente este día y volviese a creer en las personas.
Después de esta pequeña introducción voy a relatar que significó para mí este día.
En primer lugar y como he dicho antes, para encontrarme de nuevo con Dios, con mis amigos y compañeros. Cuando entré en el Seminario de Jaén (lugar de la convivencia) desde ese mismo instante ya sentí algo extraño; no extraño, sino especial. Vi a Sor Carmen, fui hacia ella y nos saludemos; me dijo que a pesar que le había dicho que no iba asistir, ella me apunto igualmente... Estuvimos hablando un rato, salude a compañeros y amigos y comenzó el día. Pasemos a una sala grande y D. José Luis, el cura, empezó hacer las presentaciones, después de unas horas de actividades paremos para tomarnos un café. Durante ese tiempo de descanso me encontré con dos grandes personas a las cuales admiro y quiero de todo corazón, D. José Luis Rodríguez y su esposa Dña. Luisa, voluntarios de pastoral carcelaria.
Aunque estas palabras no tengan relación con este día, no puedo dejar de decirlas, porque fueron estas dos personas las que me acercaron a Dios y es de recibo que haga este comentario. Este matrimonio: José Luís y Luisa, fue las primeras personas que conocí en prisión. Yo, al principio, me preguntaba ¿no tienen nada mejor que hacer que venir aquí? Yo no bajaría. Así un día y otro día, hasta que un día se lo pregunte. Nunca se me olvidaran estas palabras; ¿Antonio, ahora mismo con quien te gustaría estar? Yo le conteste, pues con mi familia. Su respuesta fue, “eso estoy haciendo yo ahora mismo, estar con mis hermanos. Porque todos somos hijos de Dios, y ahora mismo vosotros sois mis hermanos privados de liberta. Los que necesitan de nuestro amor y cariño”. Esas palabras me impactaron muchísimo. Y muchas más cosas y detalles y gestos, que este matrimonio tuvo conmigo y con mis compañeros, tantas que llenarían hojas y hojas…
He contado esto porque esas palabras fue las que recordé cuando los vi, y algo dentro de mí resurgió dándome esas fuerzas que hacía tiempo creí perdidas, ese amor que hace tiempo olvide que existía. Y sentí que Dios me había hablado a través de ellos y nuestros recuerdos.
Seguimos con las presentaciones y cada palabra que escuchaba de los voluntarios de pastoral, su entrega hacia los demás sin esperar nada a cambio, su amor hacia el resto, su dedicación; me dije a mi mismo, no sé si en oración…; “Padre, gracias por estar a mi lado, por hablarme a través de estas personas, yo que un día te abandone y Tú que nunca lo has hecho. Un día me enviadas a Sor Carmen, para que me visitase y me recordará que estabas y estas a mi lado, y yo con mi soberbia y mi afán de ser alguien en esta sociedad dañada por el consumismo te ignoraba. Hasta que hiciste posible que asistiría a esta convivencia. Y este día me he dado cuenta que soy alguien, el hijo de, Dios Padre, del amigo de… ¡tu hijo! Soy alguien para aquellos que quiero y que me quieren.
Esto es lo que fue para mí el día de convivencia: mi reencuentro con Dios nuestro Padre, y conmigo mismo...
Fdo. Antonio García Requena.