MERCEDARIAS EN EL CAMINO DEL FUNDADOR PARA SALIR A LAS FRONTERAS DEL MUNDO.

La presencia de nuestra hermana Pilar Villegas en la provincia Jesucristo Redentor ( Perú, Puerto Rico, República Dominicana) del 3  al 27 de agosto ha supuesto para las  hermanas, maestros, laicos, jóvenes y cuantos hemos tenido la dicha de escucharle, la certeza de que tanto, la figura de nuestro Beato P. Zegrí, como la de sor Isabel Lete, siguen impactando por su santidad, el corazón y la vida de todos-as, ya que ambos, nos han dejado impresas las huellas de su paso por la tierra. El éxito, la incomprensión, la tentación de prestigio, juventud desbordada y otras llamativas condiciones en sus vidas, no fueron obstáculos para ir despojándose de cuanto ensombreciera la gloria de Dios.

Nuestra espiritualidad mercedaria heredada del Beato Zegrí sigue vigente con la frescura y el aroma de libertad cristiana desprendida del Evangelio que Jesús encarnó y que con magistral sabiduría plasmó con su vida y sus escritos nuestro Fundador, desde la caridad redentora al servicio de los más pobres de la sociedad.

Solo los santos son capaces de caminar sin llegar al desaliento, los pasos del viacrucis que le tocó recorrer después de una vida plagada de reconocimientos y prestigio para bajar sin desfallecer, al monte del olvido, donde murió dejando el testamento vital de la historia congregacional que tiempo después, ha sido reconocido y rescatado por su santidad. Tras las huellas del Fundador, sus hijas mercedarias y cuantos aspiran ese aroma carismático, vamos haciendo camino, con ejemplos como el de sor Isabel Lete, joven hermana que supo encarnar en su corta pero intensa vida, lo más hermoso y vital del Evangelio hecho servicio, ofreciéndose a Dios como víctima de oblación en la flor de la juventud.

El olor de santidad de ambas figuras, el Beato Fundador Juan N. Zegrí y una de sus hijas Venerable sor Isabel Lete, nos motiva a profundizar más en el Evangelio que Jesús nos trazó para vivir desde el servicio liberador, pisando las huellas de santidad que nos marcaron y desde ahí, siendo merced al estilo de María, que recorrió tras los pasos de su Hijo, los caminos del amor y la libertad.