CELEBRACION DE LOS CINCUENTA AÑOS DE CONSAGRACIÓN RELIGIOSA
(Tanda 14.- 30-03-1967-30-03-2017)
“Proclamamos la grandeza del Señor porque nos amó, nos creó y nos llamó a ser Mercedarias de la caridad, hace cincuenta años.
Gracias señor por tu fidelidad, por tu amor que nos ha sostenido y fortalecido durante todos estos años.”
Así exclamábamos, al reunirnos en Zumárraga, para celebrar juntas nuestros cincuenta años de consagración al Señor.
Han sido unos días de acción de gracias, de compartir nuestra propia historia de salvación, donde hemos visto y experimentado la presencia viva y cercana de Jesucristo, en cada una de nosotras. Presencia que ha iluminado todo nuestro ser y hacer en las distintas misiones en la que realizamos nuestra misión de caridad redentora en esta etapa final de nuestra vida.
Presencia que nos hace seguir mirando al futuro, seguir viviendo de su Palabra y seguir siendo sus testigos en la realidad que cada una vivimos y en esta etapa final de nuestra vida.
Fue muy iluminadora la reflexión con que José Antonio Pagola, nos acompañó: “TESTIGOS DEL DIOS DE LA VIDA” hoy y en esta etapa de la vida. Nuestra sociedad necesita de testigos visibles, que viven irradiando la experiencia de sentir a Cristo RESUCITADO en ellos.
Testigos que viven con los pies en el suelo: viviendo la vida, intensamente, con los problemas, los miedos e inseguridades que vive la gente, acompañado tanto en su sufrimiento, como en sus gozos y esperanzas.
Testigos muy cercanos con todos: creyentes e increyentes, o con los que profesan otra religión.
Testigos que comunican su propia experiencia, comunica lo que a él le hace bien: su encuentro con el Dios Vivo, revelado en Jesús.
El testigo se sabe muy querido/a y amado/a por Dios y por eso vive la vida desde Dios: amando, acogiendo, acompañando, curando, consolando, enjugando lágrimas…
LAS ACTITUDES DEL TESTIGO, nos decía son:
ACOGIDA, incondicional a toda persona, sin distinción de nada.
COMPASIÓN: Estar abiertas al sufrimiento de las personas, especialmente a las más necesitadas.
PASIÓN, por defender la dignidad de toda persona.
COMPRENSIÓN, ante cualquier debilidad
BONDAD, benevolencia,
CAPACIDAD, para vivir en verdad y en humildad.
Reflexión que fue un cuestionamiento y que nos hizo pensar, si Dios llena el corazón del testigo y este lo comunica desde la humildad y sencillez…¿qué puedo comunicar y qué comunico, si Dios no es el que llena mi corazón?
Finalizada la reflexión, celebramos la Eucaristía, en un ambiente sencillo y gozoso que estuvo iluminada por la Palabra de Dios: Flp 3, 7-14; Mc 10,46-52. El relato del ciego Bartimeo: lo contemplamos, ciego, sentado, y fuera del camino…Una preciosa catequesis: también nosotras somos enviadas a comunicar esta buena noticia: ¡“Ánimo, levántate, te está llamando…”!. Arroja el manto, da un salto y se acerca a Jesús…¿No necesitamos también nosotras, liberarnos de tantas cosas que hemos ido acumulando, en el correr del tiempo: miedos, inseguridad, imagen, falta de coherencia de vida, poder etc, etc, y decidirnos a tomar la decisión de acercarnos a Jesús y ponernos delante de ÉL?. Es entrañable el diálogo final de Jesús con el ciego: ¿Qué quieres que haga por ti? –Señor que vea. Y es la pregunta que cada una personalizamos: Qué quieres que haga por ti: Tere, Arantza, Raquel, Antonia, Matilde, Elen, Aurelia, Mª Carmen, Manolita…?
Con la confianza y la certeza de ser escuchadas por el que es nuestro AMOR y nuestra esperanza, terminamos nuestro encuentro sintiendo la presencia de María de la Merced, nuestra sin igual Madre y Protectora y con Ella decimos: “El Señor ha estado grande con nosotras y estamos alegres”. Y sintiendo también la presencia del Beato P. Zegrí que nos acompañará en esta nueva etapa de nuestra vida a vivir su sueño de ser la “providencia visible de los pobres, curando llagas, consolando, remediando males, acompañando, a todos los que necesitan una palabra de consuelo y esperanza.”
No queremos terminar este compartir nuestra experiencia gozosa de encuentro sin agradecer la acogida, el acompañamiento y el cariño de la Comunidad Provincial y de la Comunidad de la Casa de Espiritualidad de Zumárraga. Ellas nos han ayudado a que este encuentro haya sido un gran regalo: ¡Eskerri-asco, muchas gracias!