Provincia Sgdo. Corazón de Jesús.- Zumárraga

 

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             En este tiempo en que la Iglesia celebra la festividad de todos los Santos hemos participado en un encuentro un grupo de Hnas para profundizar en la Exhortación Apostólica "Gaudete et exultate" ¡Alegraos y regocijaos! del Papa Francisco sobre la llamada a la santidad en el mundo actual.

Orienta la reflexión D. Fernando Gonzalo Bilbao, s.d. de Vitoria, que con cercanía y buena metodología ha ido exponiendo el texto de forma breve, con un lenguaje sencillo, y un estilo propio del Papa Francisco, que ha provocado nuestro interés para trabajar con gozo el tema.

             Nos hemos sentido cuestionadas en lo más hondo pues no es un texto escrito en abstracto, sino dirigido y dedicado al pueblo de Dios, a cada persona. El Papa Francisco nos exhibe desnudamente la vida cristiana, que apunta a Jesucristo presente y eficiente en la historia de cada persona, en la comunidad, en los sacramentos, en la Palabra de Dios, en los más pobres. Ha seguido con orden los cinco capítulos.

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I.- No hay santos en serie y no se admiten imitaciones, la llamada del Señor a la santidad es personal. El testigo no se encierra sobre sí mismo. La actividad santifica. Somos llamadas a vivir la contemplación también en medio de la acción, "Más vivas, más humanas". La santidad no te hace menos humana, porque es el encuentro de nuestra debilidad, con la fuerza de la gracia. Cada santo es un mensaje, es misión. Francisco, junto con el Concilio Vaticano II, está convencido de la llamada universal a la santidad de todos, y en especial, los más pecadores. Somos llamadas a encontrar la propia santificación, recordando que es preciso evitar reglas fijas.

II.- Dos falsificaciones de la santidad que podrían desviarnos del camino: neo-gnosticismo: Lo que mide la perfección de las personas es su grado de caridad, no la cantidad de datos y conocimientos.

El neo-pelagianismo: La amistad con Dios nos supera y no puede ser comprada con nuestras obras; sólo es regalo de su iniciativa de amor.

Las fuerzas verdaderamente capaces de cambiar al mundo, son las que trasforman el corazón humano que se abre a la primacía de la gracia.

             III : Jesús explicó con sencillez qué es ser santos, nos dejó las bienaventuranzas que son el carnet de identidad del cristiano. ¿Dónde ponemos nuestro centro? En Mt.25, Jesús vuelve a detenerse en una de estas bienaventuranzas, y declara felices a los misericordiosos. Precisamente sobre este protocolo seremos juzgados.

             IV : Notas: Frente a la ansiedad nerviosa y la reacción violenta: Aguante, paciencia y mansedumbre

Frente a la negatividad (el pesimismo) y la tristeza : Alegría y sentido del humor

Frente a la pereza cómoda y a la instalación: Audacia y fervor (Amor al Evangelio)

Frente al individualismo: Comunidad

Frente a falsas espiritualidades sin encuentro con Dios: Oración constante. Súplica.

             V : La vida cristiana es un combate permanente, una lucha constante contra el mal. El desarrollo de lo bueno, la maduración espiritual y el crecimiento del amor son el mejor contrapeso ante el mal. "Los santos de la puerta de al lado". Dios ha salvado al pueblo. Recoger su testimonio.

El discernimiento hoy es particularmente necesario, ante la vida actual que ofrece enormes posibilidades. No requiere de capacidades especiales ni está reservado a los más inteligentes o instruidos, pues el Padre se manifiesta a los humildes. Requiere partir de una disposición a escuchar: al Señor, a los demás, a la realidad misma que siempre nos desafía de maneras nuevas. Somos fuente de actitudes buenas y malas. Hagamos el bien para combatir el mal.

             Finalmente, en el camino de transformación que debemos reemprender cada día es preciso: a) El empuje del Espíritu Santo para no ser paralizados por el miedo y el cálculo, y recuperar “el valor apostólico, comunicar el Evangelio a los demás y de renunciar a hacer de nuestra vida "un museo de recuerdos”; b) Hacer silencio interior, oración con profunda memoria agradecida, “mira tú historia cuando ores y en ella encontrarás misericordia”; c) Todo esto confiando enteramente en María: “Ella no acepta que nos quedemos caídos y a veces nos lleva en sus brazos sin juzgarnos”. María sale al encuentro, con ternura, nunca reproche. “Conversar con ella nos consuela, nos libera y nos santifica” con esta ayuda maternal, puede ser cada día, un nuevo comienzo. Un día lleno, con tiempo de oración, participación en la Eucaristía, acto Mariano y compartir la reflexión en la asamblea y en la mesa. Todo nos ha llenado de gozo para llevar a nuestras comunidades lo recibido, con el deseo de seguir profundizando en esta exhortación .